Bienvenidos a una nueva entrega de Yentelman, el blog en el que aprenderéis inglés y, si os descuidáis, hasta español. Seguro que recordaréis que, hace apenas un mes, escribí una serie de posts con consejos para aprender inglés leyendo y también un listado (dividido en dos partes, que podéis ver aquí y aquí) con libros recomendados a tal efecto.
A raíz de estos posts se puso en contacto conmigo Javier Beltrán, un compañero del grupo de Facebook «Aragón Bloggers», que ya he mencionado en alguna ocasión aquí. Javier es el autor de una muy entretenida novella titulada El Retroceso, y dio la casualidad de que, mientras mis posts veían la luz, su relato lo hacía también en una versión traducida al inglés. El libro en cuestión se titula en inglés The Backtrack, y no lo firma Javier, sino su alter ego, James Belmort.
Los que me conocéis y/o seguís mi blog, seguramente sabréis que, entre otras cosas, soy traductor de profesión y, aunque no he tenido ocasión de traducir literatura, supe al instante que no podía perder la oportunidad de analizar la traslación de un libro «en español en el original» al idioma inglés. Del mismo modo, tenía muy a mano la posibilidad de hablar con el autor acerca de su papel en el proceso de adaptación al inglés y de su relación con la traductora, y de estas ideas parte este post. Por un lado, voy a daros mi opinión sobre el libro, comparando en cierta manera ambas versiones y analizando su utilidad para aprender inglés. Y por el otro, he entrevistado al autor para que nos aclare un poco más a fondo la relación entre autor y traductor.
The Backtrack y El Retroceso
Mi postura a la hora de enfrentar la lectura del libro consistió en empezar por la versión traducida. ¿Por qué, os preguntaréis? Básicamente, porque quería leer la adaptación sin estar mediatizado por el original. Quería ver hasta qué punto el inglés utilizado me resultaba natural, hasta qué punto conseguía absorberme la historia. Por supuesto, cabía la posibilidad de que el libro fuera un coñazo y la traducción se viera afectada… Pero por fortuna, no fue así.
Tanto El Retroceso como su versión inglesa, the Backtrack, tienen una virtud encomiable. Son libros cortitos, menos de 70 páginas, y se leen de una sentada. Son muy entretenidos y tratan un tema aparentemente complejo con naturalidad y sencillez. Javier (¿o debería decir James?) no quiere que cuente demasiadas cosas sobre la trama, pero no es un secreto que el tema sobre el que trata el libro es el de los viajes en el tiempo. Este es un contenido que puede traer muchos problemas, tanto a un escritor como a los lectores, si no se sabe hilvanar bien. Los saltos temporales, el juego de tiempos verbales y las posibles contradicciones y paradojas pueden dar al traste con un libro de estas características.
Por suerte para todos, el autor demuestra estar bien versado en estos temas (¿Tal vez estemos ante un viajero del tiempo? ¿Dónde escondes el DeLorean, Javier/James?), y en ningún momento llega uno a tener la sensación de que el relato se está yendo de las manos. Y lo mismo puede decirse de la traducción.
Veréis, cuando empecé a leer The Backtrack, lo primero que pensé es que la traducción era demasiado «perfecta», si es que eso es posible. No encontraba fallos, todo parecía demasiado correcto, pero a la vez, demasiado frío. La sensación en ese momento fue que, efectivamente, se trataba de una traducción. Pero claro, el problema radicaba en que yo sabía que era una traducción. Aún sin quererlo, había conseguido dejarme influenciar y, de algún modo, afectar por ese sesgo predeterminado. Una vez me percaté de esto, volví a empezar, pero esta vez sin pensar en comparar este libro con el original. Afronté la lectura de nuevo como si estuviera ante uno de los relatos que suelo leer en inglés. Y ahí sí, la cosa cambió.
Me acabé The Backtrack en dos días, más por mis compromisos profesionales y familiares que por otra cosa. Como he comentado antes, este es un libro que podría incluir perfectamente en mi listado de lecturas recomendadas. Es extremadamente fácil de leer a pesar de la temática, que a priori podría parecer enrevesada. Pero no es que sea sencillo por estar mal traducido. Al contrario, conforme avanzaba en la lectura llegué a olvidarme por completo de que estaba leyendo una traducción, algo muy meritorio para la traductora en este caso.
He mencionado antes los tiempos verbales. Este es otro motivo por el que este libro podría ser útil para un alumno de nivel intermediate en adelante. Es evidente que los tiempos verbales juegan un papel muy importante en la trama, y la concordancia y cohesión entre ellos está perfectamente conseguida en ambos idiomas, inglés y español. Si un alumno desea practicar los tiempos verbales, aquí tiene un libro ideal para ello.
El libro no está localizado en ningún lugar concreto (aunque en un momento dado aparece Nueva York como escenario de parte de la trama), y de esta manera tampoco hay adaptaciones culturales dignas de mención. El autor se ha tomado las molestias necesarias para hacer el relato atemporal, pero también para que sea difícil situar la acción en un mapa. Los modismos y frases hechas que aparecen están adaptados con fluidez y sin fisuras al inglés. Si se le puede sacar algún pero a la traducción es que, en algún momento cerca del final, aparece un personaje que se expresa con un registro un tanto más vulgar que el protagonista de la historia, y no me dio la impresión de que esto estuviera bien reflejado en inglés. Aún así, la corrección de la gramática inglesa que se nos ofrece es intachable y, vuelvo a insistir, la sencillez de la redacción resulta digna de mención.
Leídas ambas versiones y gratamente sorprendido por una excelente traducción al inglés, tan sólo me quedaba hablar con el autor.
Entrevista a Javier Beltrán, autor de The Backtrack (El Retroceso)
Yentelman: Muy buenas, Javier. En primer lugar, gracias por darme la oportunidad de «hablar de tu libro» desde la perspectiva de mi blog. Tener la ocasión de comparar un texto literario y su traducción de primera mano es siempre una gran oportunidad. Más aún cuando puedes hablar con el autor de todo este proceso. Dicho esto, ¿por qué no te presentas y les cuentas a nuestros lectores quién es Javier Beltrán?
Javier: Bueno, gracias a ti por dar una oportunidad a mi libro y considerarlo digno de ser comentado en tu blog.
No me gusta mucho hablar de mí, pero para que los seguidores del blog se hagan una breve idea diré que soy un ingeniero aficionado a contar historias. Ya de pequeño me encantaba el cine y la literatura y con los años he desarrollado mi vertiente más creativa con el teatro, los cortos, la fotografía… y ahora con este libro. Aunque siempre he escrito los guiones de mis cortos, nunca me había planteado escribir una novela; pero cuando se me ocurrió esta historia, me di cuenta de que era el formato más adecuado para desarrollarla. Y, a la vista de las críticas recibidas, parece que no me equivoqué.
Y: No hay duda de que toda tu creatividad ha sido bien aprovechada. ¡Vaya currículum! Pero pasemos ya a hablar de The Backtrack. Recordarás que, cuando me hablaste de la publicación de la versión en inglés de El retroceso, comentamos la posibilidad de analizar la traducción del libro comparándola con el original. Sin embargo, durante nuestras conversaciones me quedé fascinado por el proceso de colaboración entre tú mismo y tu traductora. Y uno de los aspectos que más me llamó la atención fue la elección del título en inglés.
Cuando estudiaba mi máster en traducción, una de las cosas que nos dijeron fue que, cuando te enfrentas a un relato literario, una entrevista que va a ser publicada en una revista, o un texto similar, es habitual, e incluso conveniente, dejar la traducción del título para el final. En tu caso, «el retroceso» es el término que se utiliza en tu libro para hablar de los viajes en el tiempo del protagonista, de modo que es vital para la trama. ¿La idea de traducir este término como the backtrack partió de ti o de tu traductora?
J: No sabía que era un consejo habitual dejar el título para el final. En mi caso el título surgió a mitad de escritura del libro, cuando me di cuenta de que, tal y como has comentado, era un concepto que se usaba con frecuencia en la trama.
En el caso de la traducción, el título sí que surgió al final de la misma. Cuando Caroline Cheshire, la traductora, me entregó la primera versión en inglés el título lo había traducido como The Rewind. No era una traducción que me desagradara, pero sí que me parecía un título demasiado común. En Amazon hay demasiadas referencias con el mismo nombre y, si me quería distinguir de la competencia, tenía que empezar con el título.
Pusimos sobre la mesa otras alternativas como The Retrogression o The Time Relapse, pero las descartamos para decantarnos por una sugerencia de Caroline, The Backtrack. En cuanto lo oí me gustó, es un título que no está tan trillado como el que se había planteado al inicio y tiene más fuerza. Además la palabra puede tener distintas interpretaciones, como retroceder, cambiar de opinión, retractarse o retornar, lo que me parece más interesante y atractivo. Además era tan sencillo como el título original por lo que es más fácil de retener en la memoria.
Y: A mí me parece una elección excelente, la verdad. The Backtrack es un título memorable y pegadizo, y muy adecuado por los matices que comentas. Siguiendo con el tema de tu relación con la traductora, por lo que veo, ésta fue cercana. Yo suelo traducir textos técnicos, y me viene muy bien en ocasiones tener a mano al autor de dichos textos para preguntarle dudas. Esto es un tema que muchos profesionales de la traducción mencionan, y hay diferentes puntos de vista al respecto. Por lo que tengo entendido, hay autores que prefieren estar muy encima de sus traductores, mientras que otros les dejan total libertad o, directamente, «pasan» de ellos. ¿Cuál es tu caso?
J: Supongo que al ser un libro autopublicado en el que yo me he encargado de casi todo es normal que me haya involucrado bastante en la traducción, al igual que hice en el diseño de la portada. Intento que cada detalle esté tratado con el mismo cuidado y cariño con el que escribí el libro y, seguramente, si lo publicara una gran editorial yo no tendría esa capacidad de decisión. Es un proyecto personal y veo lógico querer tener cierto control sobre el producto final que le llegará al lector angloparlante. De todas formas, entiendo que en ocasiones el traductor debe tomarse ciertas libertades, perdiendo literalidad para aproximarse más a la idea original que quiere transmitir el autor en el lenguaje original, en este caso el castellano.
Y: Así es. Por un lado, y siempre en mi opinión, la excesiva injerencia del autor puede lastrar la traducción, sobre todo si no domina el idioma meta. Por suerte, parece que no ha sido así… ya me dijiste que apenas hiciste unas pocas observaciones respecto al propio libro. Sin embargo, por lo que me comentaste en su momento, la traducción de la sinopsis fue uno de los aspectos que más problemas os dio… Cuéntanos más.
J: Tampoco es que fuera problemático, pero sí que es verdad que fue algo en lo que fui especialmente quisquilloso. La sinopsis es lo primero que va a leer cualquier persona que se acerque el libro desde el desconocimiento y si no lo atrapas en el momento es una oportunidad perdida.
La sinopsis son apenas dos frases, pero las palabras están elegidas con cuidado para transmitir una serie de ideas que la traducción literal del texto perdía. Además su brevedad también pretendía dar la misma inmediatez que puede dar un slogan publicitario y era algo que la primera versión en inglés no tenía.
Casi fuimos discutiendo la traducción palabra a palabra hasta que encontramos la que creí más adecuada. No es igual de literario «you will find my story» que «I recount my experiences», que a la vez me parece más cercano. Por ejemplo, tampoco transmite la misma idea «written as a manual» que «to serve as a manual», ya que en la primera parece indicar que la redacción del libro se acerca más a un manual de instrucciones que a un relato que pueda dar pie a reflexionar sobre ciertos aspectos de la vida. O para terminar, no es tan directo «with it is easier for you to find balance in your lives» como «my story will make your lives easier».
De esta manera, poco a poco, fuimos puliendo la sinopsis final. Yo intentando comprender cuál era la mejor forma de expresarlo en inglés y ella consiguiendo transmitir lo que yo quería decir en español.
Y: Te diré que, como traductor, este intercambio me parece apasionante, la verdad. Pasemos ahora a hablar del cambio de nombre del autor, es decir, del tuyo. ¿A qué se debe? Y, ¿por qué elegiste el nombre de James Belmort?
J: El uso de un seudónimo se debe únicamente a razones comerciales. La gran mayoría de literatura fantástica o de ciencia-ficción que se consume procede de autores anglosajones, ya que tienen una mayor tradición en este género. Además me da la impresión de que muchos lectores de habla inglesa no son muy receptivos a escritores que no escriban en inglés, especialmente para este tipo de historias. Por esa razón me decanté por publicar bajo otro nombre la versión traducida.
La elección del nombre fue tan sencilla como coger la primera sílaba de mi nombre y la primera sílaba de mi apellido para construir sus respectivas versiones en un nombre anglosajón que sonara bien. De esta manera JAvier BELtrán se transformó en JAmes BELmort. Comprobé que en Amazon no había ningún autor con ese nombre y lo di por bueno. Tan simple como eso.
Y: Una pregunta que siempre he querido hacer en inglés, pero que puedes contestar en español. What’s next for James Belmort? O dicho de otro modo, ¿qué es lo próximo que nos va a ofrecer Javier Beltrán?
J: Si te soy sincero resulta difícil determinarlo incluso para mí. Ahora mismo estoy más centrado en la fotografía porque no me exige la misma concentración o tiempo que un cortometraje o un libro. De todas formas, ideas tengo. Aunque la historia es autoconclusiva, la gente se queda con ganas de más al terminar el libro y tengo muy claro por dónde irá una segunda e incluso una tercera parte de The Backtrack, pero necesito tiempo para ponerme a escribir con calma y ahora mismo no lo tengo.
No hay que olvidar que la promoción de un libro autopublicado es muy exigente. Llegar a los lectores siendo un autor desconocido no es nada fácil y requiere mucho tiempo. Los próximos meses quiero intentar llegar a los potenciales lectores en inglés y no es un mercado que me resulte tan conocido como el español, dónde más o menos sabía cómo moverme.
Mientras tanto a los que les haya gustado la novela les animo que se metan en mi blog La Nube de Coleto, donde pueden leer algún pequeño relato que he escrito y ver los cortometrajes o audiovisuales varios en los que he trabajado los últimos años.
Y: Yo me apunto a leer esa segunda (y tercera parte). En fin, no se si sabes que uno de los consejos que doy para aprender inglés es el de ver pelis y series en V.O. y, si es posible, que sean pelis y series de las que ya hayas visto la versión doblada, para que te resulten familiares y más fáciles de seguir. A este respecto, la oportunidad de leer un libro como este en inglés y en español no se presenta todos los días. Por este motivo, lo recomiendo a mis lectores para «aprender inglés leyendo», ya que cumple con la mayoría de consejos que di en su momento: es breve, sencillo, entretenido y está bien escrito. Aunque tal vez sea sacarte de tu campo, ¿por qué recomendarías The Backtrack a mis lectores, que al fin y al cabo están aquí para aprender inglés?
J: Pues por varios motivos, el primero ya lo has comentado en tu análisis de la traducción: es un libro entretenido y sencillo de leer. Tiene pocas páginas, lo que puede atraer a los lectores más reacios a leer en inglés, pero la historia que se cuenta es lo suficientemente original e interesante para que cualquiera que se acerque al libro encuentre algo que le haga reflexionar sobre los temas que plantea.
Además el vocabulario es muy asequible para cualquier lector medio, salvo palabras muy puntuales que no dificultan la comprensión de la historia.
Y: Para terminar, me parece que tienes una interesante oferta para los lectores de Yentelman… cuéntanos.
J: Pues sí. Para terminar de convencer a los seguidores de tu blog a que le den una oportunidad al libro, les voy a dar otro motivo por el que les puede servir su lectura para mejorar su nivel de inglés.
Si compran The Backtrack en su versión impresa y me etiquetan al subir una foto en la que se vea la portada del libro en Facebook o Twitter les enviaré una versión digital de El Retroceso en español (los perfiles son @TheBacktrackBook y @The_Backtrack respectivamente).
De igual manera, si compran la versión digital de The Backtrack y comentan el libro en Amazon compartiéndolo conmigo, también les enviaré a su correo la versión española del libro.
De esta manera pueden intentar traducir frases o párrafos de la versión española a la inglesa y compararla con la traducción profesional. Creo que esta práctica, comparando tu versión con la de un profesional, siempre resulta enriquecedora, ya que se aprende analizando las diferencias entre ambas y leyendo posibles alternativas. Y para el lector más perezoso o que se está iniciando siempre le puede venir bien tener una traducción en su idioma en caso de que se atasque con algún párrafo.
La oferta se mantendrá hasta el 21 de Octubre de este año, fecha que les resultará familiar a todos los aficionados a los viajes en el tiempo.
Y: Pues nada, Javier. Muchas gracias por estar aquí con nosotros y mucha suerte con El Retroceso y con The Backtrack.
J: De nuevo gracias a tí por ceder tu espacio para hablar del libro y de paso por hacerme repasar inglés de vez en cuando con tu blog, que nunca viene mal jeje.
Pues ahí tenéis, people. Una oportunidad de oro de leer una historia muy entretenida y con el aliciente de poder conseguir ambas versiones por el (económico) precio de una. Nos vemos la semana que viene. Peace and love!