Los que seguís este blog desde sus inicios ya conoceréis a mi buen amigo Oskar, a quien os presenté en la entrada de Santi Campillo a la Guitarra, y a quien un servidor llevó por primera vez a UK, consiguiendo así que se enamorara de las tierras y cultura británicas y posibilitando que, poco después, emigrara allí en busca de fortuna y gloria. Oskar lleva ya una década en la pérfida albión, y no tiene pinta de que vaya a volver pronto… su nivel de inglés no tiene nada que ver con el que tenía al marchar, como es obvio, y cuando nos vemos, como en el fondo somos unos frikis, nos gusta hacer el chorras traduciendo frases en español literalmente al inglés. Llevamos haciendo eso muchos años ya, y es un divertimento que recomiendo a mis alumnos cuando ya tienen un cierto nivel.
¿A qué viene esta introducción aparentemente aleatoria y sin sentido, os preguntaréis? Pues viene a que hay unos jóvenes que han conseguido hacer de esa chorrada un negocio, y nada malo por lo que parece. Superbritánico es una tienda online nacida en 2013 cuando, según cuentan ellos mismos, uno de los tres creadores salió a la calle en Sevilla un verano y se le ocurrió decir: What a heat, my weapon! (¡Qué calor, miarma!). De ahí a las redes sociales (su Facebook es un imprescindible) y al estrellato, con casi 200.000 likes en esta red social y más de 160.000 seguidores en Twitter, entre los que me incluyo, tanto en mi vida real como bajo el bombín y el monóculo de Yentelman.
Y es que Superbritánico lo ha clavado, en mi opinión: ha sabido monetizar a la perfección una broma «para iniciados» (hay que tener un buen nivel de inglés para poder hacer estas cosas: como siempre digo a mis alumnos, «primero aprende a usar bien el inglés, que luego ya podrás permitirte el lujo de hacer con él lo que te de la gana»), gracias a una cuidadísima tienda online, una magnífica gestión de las redes sociales, una identidad corporativa muy acertada (ese simpático Guardia Real que es su logo…) y, lo más importante, un producto innovador, divertido y llamativo. Puro capricho y un regalo ideal.
Releo lo que he escrito hasta ahora y esto parece un post patrocinado, pero puedo garantizar que tan sólo soy un fan (y propietario de una taza y cuatro imanes. La galleta ya me la comí). La única publi que hay en mi blog es la de los chicos de Tecomo Studios, y es indirecta ya que son los que me hicieron la web y son amiguetes. Además, Cochambre está muy mono con su disfraz de Yentelman. El motivo por el que me gusta Superbritánico como docente de inglés es, como he comentado antes, el excelente ejercicio que creo que es analizar esas traducciones literales con las que nos deleitan cada día, así como intentar sacar la opción correcta a partir de la frase original y, de nuevo, poder compararla con la versión Superbritánica. La traducción literal al inglés de frases en español, por otra parte, tampoco es una novedad. Servidor es orgulloso poseedor del libro From Lost to the River y de su secuela, Speaking in Silver, escritos por Ignacio Ochoa y Federico López Socasau, el primero ya en 1995, es decir, casi 20 años antes de que Superbritánico viera la luz. Eran otros tiempos, claro, pero el Fromlostiano se hizo un hueco en el corazón de todos mis compañeros de colegio, hasta el punto de que el libro se convirtió en el regalo que hicimos a nuestro profesor de inglés de aquella época, el recordado Sr. García.
El último invento de los chicos de Superbritánico ha sido precisamente sacar un libro. Pero lo que me gusta de este libro, sobre todo si lo comparamos con los de Ochoa y López, es su afán didáctico; The Lemony Pear, que así se llama el librito, no sólo tiene las expresiones literales que cabría esperar, sino que además incluye slang, vocabulario, citas célebres e incluso un multiple choice; es decir, un material que hace que este libro se pueda utilizar para realmente aprender inglés sin necesidad de tener un nivel demasiado alto.
Por mi parte, espero que alguien me lo regale para reyes o para mi cumple (*ejem, ejem*)… y mientras tanto, seguiré ejercitando mi inglés analizando las similitudes entre las frases en español y sus traducciones literales, así como las diferencias con la que sería la opción correcta en inglés, a la par que animo a mis alumnos a hacer lo mismo. Y de vez en cuando echaré un vistazo a mi taza de Superbritánico (I love you an egg, pone; regalo de mi querida esposa) y, mientras esbozo una ligera sonrisa, me preguntaré por qué no se me ocurrió a mí.
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